Perder el avión
Definitivamente, hay algo peor que perder un avión, que te pierdan la maleta y todo su contenido. Y es que, sin darnos cuenta, establecemos estrechas relaciones con los objetos/ropa, y una “simple” camiseta negra adquiere una serie de matices y significados insospechados que sólo uno/a sabe: “la que llevaba el día que conocí a X”, “la que me puse cuando aprobé ( a rellenar a gusto del lector)”, etc. Vamos, que intimamos con ellas/ellos: las queremos, las odiamos, las mitificamos… “Es la camiseta de salir, con la que siempre pillo”.
Total, a lo que iba, que perder la maleta es un peñazo. No tanto por el valor económico sino por
el cúmulo de experiencias que van en ella. Y lo peor es empezar a pensar por donde estará, en qué
país del mundo, en qué parte del aeropuerto… Y si meditas mucho el tema empiezas con la paranoia:
¿Y si alguien se la ha llevado a casa y se ha puesto tu camiseta de la suerte?, ¿Y si quién ha cogido la
maleta es un psicópata perseguido por la policía que descubre donde vives y te mata? (ésta todo el
mundo la piensa), y si…y si….
Entonces, cuando estas a punto de cambiar de identidad y fugarte del país, por si las moscas,
recibes esa esperada llamada. Tu maleta se lo ha pensado mejor y ha vuelto a casa.
recibes esa esperada llamada. Tu maleta se lo ha pensado mejor y ha vuelto a casa.
Escrito el 19 de septiembre de 2007
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