Uno


El uno. ¡qué número tan importante! ¡Un “peaso” número! Sí señor. ¿Qué haríamos sin él? ¿Cómo pediríamos más tiempo?, ¿DOS momentos por favor?

 ¿Os habéis parado a pensar en la cantidad de cosas que dejaríamos de hacer o de tener sin él. No podríamos pedir ni UN miserable favor y lo que es peor nadie nos debería UNA.

 Todo pasaría lentamente, nunca en UN santiamén. En los podium no habrían primeros, nadie podría ser el número UNO. Las listas de éxitos no tendrían sentido. Los 40 principales se quedarían sin su famoso del 40 al 1. Porque estamos de acuerdo que no suena igual del 40 al 2, por mucha entonación y gracia que se le ponga al tema.

Nos tendríamos que resignar a ser siempre un segundo plato. ¡Qué mal rollo! El país estaría lleno de astados.

Adiós a los ofertones 2 X UNO: ¿llévese 3 y pague 2? Pobres directores de marketing.

Estamos de acuerdo que la desaparición del UNO sería un caos total. Afectaría a todos los ámbitos: FAMILIA, imagínense ¡Madre sólo hay dos? o a la política (¿cómo decirlo?) más unitaria ¿?

Adiós a las religiones monoteístas, a los matrimonios. Bueno, a los matrimonios, no. Al matrimonio en singular. Demos la bienvenida a la poligamia y a la infidelidad. (Visto así, más de uno firmaría por la aniquilación de tan ilustre número, ¿no?).

En fin. Después de esto sólo me queda pedir UN brindis y UN hurra por el UNO.

PD: Ha sido UN placer compartir UN minuto (o dos) contigo.

Escrito en abril del 2007

Comentarios

Entradas populares de este blog

Nunca pasa nada

Marinadas